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Oporto a través de las francesinhas y las torradas

17 abril, 2018
Oporto a través de las francesinhas y las torradas

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

Viajar es uno de los mayores placeres de la vida, pero no siempre tenemos tiempo para ello. Por eso las escapadas son a veces tan importantes, porque nos ayudan a matar ese gusanillo. Mi última aventura fue a Oporto y os lo cuento todo.

Muchas veces nos empeñamos en viajar a lugares lejanos, exóticos y cuanto más raros sean sus nombres, mejor. No obstante, existen lugares preciosas más cerca de nosotros de lo que nos pensamos y Portugal es el ejemplo perfecto.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

En mi caso escogí Oporto porque me habían hablado muy bien. Lo malo fue que el clima no me acompañó en nada, el viento y la lluvia fueron los principales protagonistas de esta escapada. Sin embargo, esto no impidió que disfrutara de la gastronomía portuguesa.

Debo admitir que antes de viajar a Oporto, ya iba con los deberes hechos. Es decir, con una amplia lista de sitios a los que acudir que mi amiga María me había comentado, ya que estuvo de Erasmus allí. La verdad es que me hizo un croquis de la ciudad estupendo, mencionando las mejores cafeterías y bares para ir a comer. 

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

Pero si tuve mala suerte con el clima, con los horarios de apertura tuve más, ¡jajaja! Resulta que los domingos son días de descanso en muchos bares y restaurantes. Debido a mi trabajo, las únicas escapadas que puedo hacer son los fines de semana, así que imaginaros mi cara cuando veía cerrados todos los sitios que María me recomendó.

Me sentí un poco perdida, del estilo: «¿y ahora qué hago? Con lo bien programado que lo tenía todo». Pues no me quedó otra que innovar, pero tampoco me salió tan mal. 

1º. Desayuno en Cafe Progesso.

Una de las cosas que más me impresionó de Oporto es que tiene un ambiente muy hipster y esto se demuestra también en sus cafeterías. Escogí este lugar para el desayuno, primero porque estaba lleno y segundo, porque me gustó la estructura del interior.

Había mesas individuales, pero también tenían la típica mesa alargada de madera para desayunar con gente desconocida. Los platos más comunes que salían por la cocina eran los revueltos y las tortitas. En mi caso, pedí algo más light, más españolito: café, zumo de naranja y torradas (tostadas).

Me llamó la atención las tostadas, porque en todos los sitios son iguales, un pan de molde grueso cortado y tostado con la mantequilla. Además, hay una cultura del café y del pan muy presente en la gastronomía de Oporto.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

2º. Comida en Lareira.

Uno de los sitios que más me gustó de la ciudad fue este restaurante. Primero porque el servicio es estupendo, nos trataron superbien y encima, aunque no hablábamos para nada portugués, no importó, porque nos entendieron a la perfección e incluso nos trajeron una carta en español.

Allí fue donde conocí el famoso caldo verde, que tan típico es y sobre todo, el culto que le tienen a los bocadillos en la ciudad. Nos decantamos por un surtido de embutido y quesos, así como una combinación de diferentes bocatas como el de jamón con queso de la sierra y otros muchos más, pero que no recuerdo sus nombres.

Finalmente, para el postre nos decantamos por una bolacha de chocolate. Ya no podíamos más, pero era obligatorio pedir el postre.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

3º. Merienda en Chocolatería Das Flores.

Es un sitio pequeño, pero con un encanto especial. Tiene una amplia exposición de chocolates caseros y destaca por sus sándwiches de crema de cacao, sus pasteles y bombones. Nada más entrar tiene un pequeño salón con mesas y sillas blancas y al fondo, la cocina con los expositores de chocolate.

En una cafetería perfecta para parar y recuperar un poco las fuerzas. Tomarte un café, comer algo ligero y con azúcar para continuar caminando y descubriendo nuevos sitios.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

Además, no os podéis marchar de Oporto sin probar los famosos Pasteles de Belém. Los cuales, podéis probar en cualquier lugar, pues los venden en todos los sitios. A continuación, os dejo este vídeo que podréis encontrar en mi canal de Youtube, donde os muestro una parte de cómo lo elaboran.

4º. Cena en  República Dos Cachorros.

Cuando íbamos en busca de uno de los bares que María me recomendó, llegamos y estaba cerrado. Así que tuvimos que meternos en el único lugar abierto aquel día y así fue como conocimos República Dos Cachorros.

Obviamente pedimos algo muy típico de esta ciudad, las famosas francesinhas. Unos sándwiches triples rellenos de montones de cosas, con un huevo encima y sobre una base de salsa. Estaba delicioso, me encantó. Realmente, me sentí muy identificada con la gastronomía portuense, pues podría vivir perfectamente a base de pan y café.

También aprovechamos y nos pedimos una especie de perrito caliente, una especialidad de la casa, que también estaba muy rico. Además, como lo pedimos para picar, vino perfecto, porque hasta nos lo cortaron en pequeños bocados.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

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5º. Bonus en Veracruz Cedofeita.

Este lugar fue uno de esos sitios espontáneos, que encuentras porque está cerca del hotel y dices: «oye…, vamos a entrar aquí». Lo típico, no quieres andar mucho, simplemente comer algo y descansar. Pues si encima tienes suerte y el sitio es agradable, mejor.

Sin embargo, lo que más me gustó de este bar, es que estuvimos viendo un partido del Oporto, con la gente de la ciudad y disfruté muchísimo. Se nota que todos somos ibéricos, ¡jajaja! Era un partido en el que estaba perdiendo y despotricaban del árbitro a más no poder.

Así que nuestra cena fue amenizada con insultos en portugués, indignaciones y aspavientos portuenses. La comida no era nada del otro mundo, pero me encantó la forma en la que nos pusieron las patatas y la forma alargada de las latas de CocaCola.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

Sinceramente, me encantó Oporto. Creo que sería una ciudad en la que podría vivir y sentirme comodísima. Me dio muchísimo coraje que me hiciera tan mal tiempo, porque aunque aproveché para ver lo máximo posible, sé que me dejé muchísimo intentando escapar de la lluvia.

Además, me encantó su gastronomía. Quedé maravillada con la multitud de formas de pedir café que tienen, me recordó un poco a Málaga, y sobre todo, el precio tan asequible. Además, la comida en sí está riquísima, los sabores me resultan muy familiares y me agradan directamente.

En otras ocasiones, cuando pruebo comida de otro país, descubro nuevos platos, nuevos matices que me pueden gustar o no. Pero en Oporto me gustaba todo. Quizás ese es el encanto de Portugal, a veces pensamos que somos muy diferentes a ellos y cuando realmente los conoces, te das cuenta de que somos más parecidos de lo que pensamos.

Oporto a través de las francesinhas y las torradas

A veces me da la sensación de que Portugal la tenemos como algo muy lejano a nosotros y, en realidad, compartimos no solo kilómetros y kilómetros de frontera, sino también siglos y siglos de una misma cultura. Y aun así, estamos muy distanciados.

En fin, estas han sido mis últimas reflexiones sobre mi viaje a Oporto. Espero que os haya gustado este nuevo post, que me ha quedado un poco largo. Os dejo también mi foto en la Librería Lello, famosa gracias a Harry Potter, donde os muestro también los pelos que llevaba por culpa de la lluvia.

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