Pimentada

Quizás muchos no conozcáis la «pimentada», pero se trata de una ensalada muy típica en Andalucía y, sobretodo, en verano. Su fácil elaboración hace de ella un plato principal estupendo para comer a diario. 

Esta región de España está prácticamente colapsada por el calor durante gran parte del año, así que nuestros antepasados tuvieron que inventarse recetas como esta, que les ayudasen a contrarrestar los efectos del sol. 

No obstante, aunque le quiera dar una solemnidad a esta nueva publicación sobre sus orígenes y demás, lo cierto es que me gusta y la preparo porque para llevármela al trabajo es muy cómoda, ¡jajaja! 

INGREDIENTES: 

• 2 pimientos rojo.

• Una cebolla.

• Un tomate.

• 1 lata de ventresca.

• Sal.

• Aceite.

• Vinagre

1º. Lavamos bien los vegetales y posamos el tomate y los pimientos encima de la bandeja del horno para asarlos (180º). Les daremos la vuelta de vez en cuando para que se doren por todas partes. Una vez hechos les quitamos la piel.

TRUCO: Cuando los saquéis del horno quemarán mucho, así que dejadlos enfriar unos minutillos. No obstante, no esperéis hasta que se queden del todo fríos, ya que la piel de los pimientos se quita mejor en caliente.

2º. A continuación, cogemos un bol y vamos echando una capa de cebolla (la cual habremos cortado en juliana), otra de pimientos, otra de tomate y finalmente la de ventresca.

TRUCO: Si os dais cuenta, los pimientos y el tomate han dejado caer un jugo cuando se asaban en el horno, no lo tiréis, porque lo usaremos como aliño de la pimentada.

3º. Luego cogemos y aliñamos con aceite, vinagre y sal. Además, aprovecharemos ese juguillo que desprendieron los pimientos y los tomates y lo añadiremos. Finalmente daremos vueltas y tendremos lista esta fantástica ensalada de verano un poco atípica, ya que no será de lechuga.

Como os decía al principio, lo que más me gusta de esta receta es el poco tiempo que tardas en elaborarla. No sé si os pasará lo mismo que a mí, pero con este calor no tengo ganas de hacer nada y para cocinar esta pimentada, tardé cinco minutos (sin contar el tiempo que estuvieron asándose los pimientos, pero ahí tampoco hice yo mucho).

Dicen que la desidia no debe ser más fuerte que nosotros, pero para mí últimamente está ganando muchas batallas…, ¡jajaja!